sábado, 5 de noviembre de 2011

Algunos ejes de la actual coyuntura cultural













1.- En el Ecuador de inicios del s. XXI la dinámica producción cultural desde la diversidad de sus sectores sociales fundamentales, tiene dos partes: la popular originaria y, la social universal. La primera con una fuerte carga identitaria ancestral está relacionada con las diversas nacionalidades indígenas y, en menor medida, con los afrodescendientes. La segunda, si bien no excluye a estos sectores, implica sobre todo a otros que no se identifican plenamente con los valores originarios: son los sectores mestizos más dispuestos a desarrollar sus preferencias culturales entre los aportes de toda la humanidad. Desde esta perspectiva lo ancestralista e identitario, que merece todo el respeto, históricamente sigue sufriendo una transformación mestizante en la cual produce nuevos imaginarios y simbolismos en una imparable e ineludible  participación en procesos cada vez más mundializados en los que convergen los pueblos. Me refiero a la globalización que habría dejado atrás a un internacionalismo incluso revolucionario y estaría pasando a la configuración de nuevos sujetos históricos, entre los cuales, lo nacional ya no cuenta con la misma fuerza que antaño. El desarrollo de la relación capital disuelve de esta manera y una vez más, todos los antiguos vínculos ancestrales y las antiguas relaciones interculturales, mientras impone su lógica mercantil y financiera basada en la explotación a toda la sociedad y la depredación ambiental del planeta.
2.- El presente del capital mundial, regional y local, en su fase tardía ha tomado un giro que según algunos autores podría ser denominado «cognitivo», con lo cual se refieren al papel determinante que el conocimiento ha adquirido en los procesos de producción de punta y en los altamente consumistas. Esta situación habría partido de la crisis del fordismo que dejando atrás al proletariado como sujeto de cambio histórico,  ha creado al «cognitariado» como el nuevo sujeto de dicho cambio. En otros análisis que aluden al mismo hecho, se habla de que la subsunción del trabajo en el capital habría fortalecido el «general intellect» confirmando la entrada en una fase postfordista. Uno de los factores de este cambio en el capitalismo sería la introducción y desarrollo de las técnicas informáticas. En vista de que el Ecuador de inicios del s. XXI sigue siendo un país dependiente, estos cambios en la base productiva de punta, si bien nos han implicado y afectado, solo remachan dicha dependencia acelerando la extracción y depredación de nuestros recursos naturales y biodiversidad, propiciando la emigración masiva de la fuerza laboral hacia los países centrales en donde la mayoría de ecuatorianos van a realizar labores poco o nada calificadas y, adecuando nuestros patrimonios culturales tangibles e intangibles a las necesidades del mercado. Esto significa que otra vez el desarrollo científico técnico no nos ha acercado al «capitalismo  cognitivo», sino a una dependencia más sofisticada tecnológica y cultural.
 3.- Por lo señalado, la producción cultural en el Ecuador del siglo XXI debe ser analizada tomando en cuenta la forma cómo el país se ha insertado en el capitalismo tardío y globalizado, la manera como sus diferentes clases sociales, nacionalidades y grupos éticos han respondido a dicha determinación económica, política, militar y simbólica, aquí en lo interno y, a partir de aquí, estudiar dicha producción en sus diferentes manifestaciones e interrelaciones interculturales. La emigración masiva de nuestra fuerza laboral ha condicionado dicha producción.  Otros condicionantes fuertes son las comunicaciones, los transportes y el internet.
 4.- La condición dependiente del país ha permitido al Imperio diseñar un gobierno que  adecue al Estado a los actuales requerimientos de la acumulación global. Por esta razón y en los hechos, el gobierno se orienta hacia el extractivismo en gran escala no solamente del petróleo sino de los demás recursos naturales, mineros, biodiversos y culturales, justificándolo con medidas que no son tan reformistas de izquierda como sugiere la propaganda, cuanto de actualización o modernización de un dominio en donde el capitalismo chino ya se abalanza sobre nuestras riquezas. 
 5.- Los cambios en la conducción cultural del Estado contribuyen de manera decisiva a la racionalización capitalista tardía, llamada no sin motivo aunque eufemísticamente:   «por desposesión». Es decir que el desarrollo cultural no ha dejado de ser proimperialista y burgués, aunque sí, más remozado. La Ley de Educación y la Ley de Cultura surgen en este contexto y, en consecuencia, las universidades estatales y la Casa de la Cultura Ecuatoriana que no estaban a la altura de los cambios capitalistas anotados –o en alguna manera eran disfuncionales a los mismos–, han resultado el blanco de la intervención estatal.
 6.- Unas son las pretensiones del poder imperialista burgués y otras las de la nueva sociedad mundializada. Lamentablemente en el caso de las universidades públicas  ecuatorianas, desde los años 90s perdieron la fuerza contestataria que les daba su movimiento estudiantil izquierdista, dejando con ello de incidir en la lucha democrática y revolucionaria y entrando en un proceso de apaciguamiento y docilidad. A esta situación se sumaron las políticas privatizadoras de la educación superior  y la consiguiente proliferación de las empresas universitarias con notable clientela estudiantil. Para medir la capacidad de respuesta de las universidades estatales el gobierno ha dado dos golpes tácticos de manera previa a su intervención en las mismas: el encarcelamiento del presidente de la FEUE de Quito y el acorralamiento de la UNE. Las dos organizaciones tenían aún cierta capacidad de movilización, pero ante estos golpes demostraron estar tan debilitadas y así que su respuesta a las provocaciones ha sido casi nula e ineficaz.

 7.- La Casa de la Cultura Ecuatoriana, por su lado, cayó en la trampa del poder. Posiblemente porque ya había ido perdiendo su papel de «rectora de la cultura nacional» como resultado del fracaso del Estado nacional ecuatoriano, más que acosado por el imperialismo y sus agentes y socios internos, condicionado por los procesos mundiales  de desarrollo capitalista tardío. «La Casa» cedió a la invitación del gobierno para conversar sobre su arrinconamiento y no ha tenido tampoco capacidad de respuesta frente a las dos iniciativas que le pusieron sobre la mesa: La Ley de Cultura y el establecimiento del Ministerio de Cultura. Tanto el un plato como el otro, son brebajes revulsivos que obedecen a la estrategia de funcionalizar la cultura a los requerimientos capitalistas actuales fortaleciendo el papel rector de un Estado que, como antes, no responde a los intereses de las mayorías sociales ni le conviene el desarrollo de una producción cultural y artística crítica y nacionalista. Con  las nuevas reglas del juego en sus manos, el Estado se reserva el derecho a calificar «proyectos culturales» y orientar presupuestos hacia las manifestaciones artísticas y culturales que convengan a los intereses que dicho Estado representa. En los hechos, asistimos a una modernización de la censura y a un control mucho más directo, fuerte y represivo, en los temas culturales y artísticos, en el cual, las maneras democráticas de actuar que en estos terrenos caracterizaban a la Casa de la Cultura por lo menos en la teoría, quedan minimizadas en beneficio de una «burocracia de la verdad» que, por obvias razones, no es democrática deliberante ni crítica.

 8.- Los directivos de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, en vez de levantar la voz de alerta ante esta amenaza y convocar a la intelectualidad ecuatoriana en defensa de la autonomía, el fortalecimiento institucional, el perfeccionamiento de la ley Orgánica de la Casa y la ampliación de su presupuesto con el fin de consolidar su naturaleza y orientación democráticas, cedieron ante el poder y las amenazas populistas, con lo cual  la Ley de Cultura junto al Ministerio de igual nombre, podrían consolidarse.

 9.- Una de las teorías que el Estado y el gobierno neodesarrollistas esgrimen para llevar a cabo estas acciones es la llamada «interculturalidad». Con ella dicen que fortalecerán las relaciones pacíficas y creadoras entre las distintas culturas existentes en el país, soslayando por una parte la solidaridad y unión de las clases explotadas y, por otra parte desviando las contradicciones clasistas políticas, económicas e ideológicas, al terreno de “lo cultural”. Sin necesidad de esa teoría, las diferentes etnias y nacionalidades ancestralmente ubicadas en el territorio ecuatoriano se han relacionado entre ellas sin más problemas que los existentes a lo largo y ancho del mundo. Lo que hoy sucede es que el Estado proimperialista y burgués ante los requerimientos del capitalismo globalizado o las recomendaciones de la USAID, busca dividir para reinar sobre las gentes y sus recursos naturales. De esta forma, el uso de la teoría de la “interculturalidad” ha tomado un sesgo político al servicio del dominio y, en ese camino, se ha convertido en un recurso de la llamada antropología mercenaria aplicada en las invasiones a los países árabes y africanos. En el caso ecuatoriano, la «interculturalidad» ha dado sustento teórico al fraccionamiento territorial y administrativo del país, cuyas novedosas «autonomías», entregan «el derecho»  a las comunidades para que puedan negociar directamente sus recursos y establecer otras relaciones con las grandes empresas transnacionales. (Ver Arts. 244, 245 y 246 de la Constitución de Montecristi.)

 10.- Frente a lo señalado los sectores sociales mayoritarios y la intelectualidad progresista y de izquierda tenemos que explicar al público esta estrategia antisocial que no tiene nada de revolucionaria ni favorece a la ciudadanía. No podemos aceptar esas leyes, reterritorializaciones y autonomías procapitalistas y proimperialistas. En el caso de la Casa de la Cultura Ecuatoriana debemos levantar la consciencia de los sectores más o menos influidos por esta institución y potenciar la  tradición cultural y política  de izquierdas que determinaron su aparecimiento a raíz de la Revolución del 28 de mayo de 1944. Y finalmente, en las mejores tradiciones de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, debemos articular alianzas con las fuerzas de la liberación en el área andina, en toda Latinoamérica y en el país,  puesto que a pesar de todas sus limitaciones, «la Casa» ha sido y debe seguir siendo un factor democrático en la cultura de Ecuador moderno. 
 11.- La cultura y las artes, la educación, la ciencia y la técnica, deben desarrollarse en el país en función liberatoria y en contra del neocolonialismo y la dependencia. En estos tiempos, esta perspectiva no puede sino ser anticapitalista y socialista. Dichas áreas del saber, de las humanidades y las artes, son factores de la producción espiritual que hoy han devenido en fundamentales en la lucha constituyente del cognitariado para el desarrollo genuinamente democrático de las sociedades. Ellas y solo ellas,  deben inventar sus propias formas de organización y autogestión, evitando la pendiente de barbarie y desastre ecológico al cual el capitalismo tardío está conduciendo al mundo.
OPB. Cuenca, 15 de junio de 2011

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